domingo, 30 de enero de 2011

Res Pública por un Acta Electoral Europea

sábado, 29 de enero de 2011

Llamamiento para un Acta Electoral Europea

Artículo de Jorge Juan Morante publicado en Ciudadano Morante el 23 de enero de 2011:

"Actualmente, las elecciones al Parlamento Europeo se regulan por 27 normas electorales nacionales diferentes, que dependiendo de cada estado miembro atienden a criterios proporcionales o mayoritarios, lo que contribuye a que las campañas electorales en cada Estado miembro se hagan en clave nacional, a pesar de las competencias ganadas por el Parlamento europeo a lo largo de los años y, más recientemente, con el Tratado de Lisboa. Además esto también contribuye a que los ciudadanos europeos perciban las elecciones europeas con escasa importancia y que sientan a los eurodiputados alejados de ellos. Tenemos que señalas que aunque el Tratado de Lisboa fija la composición del Parlamento Europeo en número de escaños, la distribución de los escaños entre los estados miembros de cara a las elecciones queda al arbitrio del Consejo.

Creo que es fundamental que se elabore un Acta Electoral Europea que regule las circunscripciones electorales, las listas electorales, las campañas electorales de los partidos políticos a nivel europeo y el establecimiento de primarias para la composición de las listas electorales y para la elección del candidato a presidir la Comisión de cada partido y sobretodo que se establezca el mismo día o mismos días para votar en toda la Unión Europea. Por ello, hago un llamamiento a toda la ciudadanía europea para que nos movilicemos para pedir ese Acta Electoral Europea mediante el mecanismo que nos otorga el Tratado de Lisboa, la Iniciativa Ciudadana Europea, (Art. 11.4 del Tratado de la Unión Europea)."
Jorge Juan Morante es Presidente de la Asociación "Res Pública", Diplomado en Gestión y Administración Pública y estudiante de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, habiendo estudiado como Erasmus en Turín, Italia.
miércoles, 26 de enero de 2011

Los primeros

Artículo publicado por Rosa Montero en EL País el 25-1-10

Bien, lo hemos logrado: España es líder internacional en descargas ilegales de música. ¡Guay!
Por fin hemos conseguido ser los primeros del mundo en algo.
Y además hay que decir que no es un puesto preeminente que nos haya caído encima de chiripa, sino que nos lo hemos venido trabajando desde el más remoto pasado histórico, con un sostenido e indomable esfuerzo de nuestra idiosincrasia individualista.
Y es que, ¿en qué se puede decir, sin temor a equivocarnos, que estamos verdaderamente entre los más destacados del planeta?
Pues en nuestra incivilidad, señoras y señores; en nuestra apasionada elección del propio ombligo como paisaje social; en el desdén del otro, de los derechos del otro y del espacio común.
Ya lo decía el célebre escritor Gerald Brenan en 1943: los españoles estamos atomizados en grupos tribales y somos incapaces de concebir lo colectivo.
Y, antes que él, otros visitantes extranjeros han dado fe de nuestra larga porfía por ocupar el más elevado puesto de la cerrilidad.
"Entre ellos, los españoles se devoran", anotaba en 1603 el francés Bartolomé Joy. Y a mediados del siglo XIX, el inglés Richard Ford observó: "La propia persona es el centro de gravedad de todo español (...) Desde tiempos muy remotos a todos los observadores les ha sorprendido este localismo, considerándolo como uno de los rasgos característicos de la raza ibera, que nunca (...) consintió en sacrificar su interés particular en aras del bien general".
Ya digo, llevamos muchos años trabajándonos la incuria social, que ahora florece con esplendor magnífico en la piratería a tutiplén, en las incendiarias rabietas con respecto a la ley del tabaco o en nuestro furioso sectarismo político (solo apoyo a mi horda, lo haga mal o bien).
 En fin, hay que reconocer que en esto somos buenísimos.
Rosa Montero es escritora y colaboradora del diario El País
lunes, 24 de enero de 2011

Res Pública apoya la manifestación de desempleados

domingo, 23 de enero de 2011

Una pequeña ventana

Artículo de José Ignacio Torreblanca publicado en El País el 21 de enero de 2011:

"Los acontecimientos en Túnez tienen lugar en un momento crucial en toda la región. En Marruecos, las reformas están estancadas mientras la corrupción sigue extendiéndose; en Egipto, Hosni Mubarak, con 82 años, está intentando que su hijo le suceda, lo que le ha llevado a elevar aún más el nivel de represión; en Argelia, el presidente Abdelaziz Buteflika, con 73 años, no estará mucho más tiempo en el poder y el descontento también es patente; incluso Muammar el Gaddafi, con 68 años, está pensando en cómo afrontar una difícil sucesión. Una salida satisfactoria de la crisis tunecina tendría pues importantísimas consecuencias para la región. Sin embargo, la ventana de oportunidad que representa la crisis no estará abierta eternamente y muy fácilmente podría cerrarse, lo que no solo sería una tragedia para los tunecinos, sino que muy seguramente significaría que las reformas políticas en la región tendrían que esperar al menos otra década.

Es muy importante por tanto que los Gobiernos europeos, con la UE a la cabeza, se impliquen activamente en garantizar que el actual proceso de transición concluya satisfactoriamente. Es cierto que hay razones de peso para dudar de que después de haberlo hecho tan mal durante tantos años vayan a poder hacerlo ahora bien. El desconcierto e incluso la incredulidad han sido la tónica dominante en las reacciones diplomáticas a este lado. Ha tenido que venir Barack Obama a "felicitar al pueblo tunecino" para que muchos cayéramos en la cuenta de que el lenguaje diplomático puede dar cabida a ese tipo de giros. Pero bien visto, los errores cometidos hasta ahora son el principal argumento para el optimismo: aunque sea por eliminación, acertar a partir de ahora debería ser muy fácil. Así que, en lugar de continuar con los reproches, tiene más sentido intentar aprender de los errores pasados.

Sin buscarlo, la UE se ha encontrado con una oportunidad estratégica; desaprovecharla sería imperdonable. Es hora por tanto de que Europa deje de temer los cambios en la región y pase a apoyarlos de verdad porque lo cierto es que muy fácilmente podrían descarrilar y devolver a Túnez a un escenario autoritario o, alternativamente, de caos, inseguridad o inestabilidad que es el que muchos regímenes de la zona quisieran ver triunfar (y que no se descarta que algunos estén promoviendo escondidamente). Para ello, sería necesario que España y otros alentaran a la UE a ofrecer, en solitario o junto con otros, una serie de medidas que expresaran el apoyo claro e incondicional a las reformas en curso. Ese paquete podría incluir: primero, ayuda económica y financiera de emergencia en el periodo que lleve a las elecciones; segundo, asistencia para la redacción de las medidas legislativas que garanticen el pluralismo político y la libertad de prensa antes de las elecciones, así como la propia organización y supervisión de ese proceso electoral para garantizar que se desarrolle de acuerdo a estándares democráticos aceptables; y, tercero, el envío de una misión de asistencia judicial-policial que ayudara a la reforma de los servicios policiales y de seguridad, con especial énfasis en la supervisión y garantía judicial de los derechos fundamentales, pero también de las normas relativas a la transparencia de las administraciones públicas y la lucha anticorrupción.



Estas medidas dispondrían de plena cobertura legal bajo el artículo 2 del vigente acuerdo de asociación UE-Túnez, que especifica claramente que "los principios democráticos inspiran las políticas internas y las relaciones entre ambas partes ", además de bajo el marco legal vigente en la propia UE, (artículos 3.5 y 21 del Tratado) que establece claramente el principio de condicionalidad democrática en sus relaciones exteriores. Por tanto, al igual que ocurrió con España en 1962, cuando se le negó un acuerdo de asociación, o con Grecia en 1967, cuando se suspendió el acuerdo de asociación vigente a raíz del golpe de los Coroneles, la UE dejaría claro que un desenlace insatisfactorio del proceso de reformas conllevaría la suspensión del acuerdo de asociación de 1995. E, inversamente, que caso de culminar las reformas políticas de forma satisfactoria se le ofrecería el incentivo del llamado "estatuto avanzado" en sus relaciones, con una importante mejora en términos de liberalización comercial (especialmente en el ámbito agrícola), esencial para generar oportunidades económicas que acaben con la crisis social.

Que esta crisis haya coincidido con el colapso de la Unión por el Mediterráneo, incapaz siquiera de reunirse, es una coincidencia que debe ser aprovechada, no solo para ayudar a Túnez sino también para ayudarnos a nosotros mismos a salir de la esquina donde nos habíamos encerrado."
 
José Ignacio Torreblanca es Profesor de Ciencia Política de la UNED y Director de la Oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
sábado, 22 de enero de 2011

Res Pública por la cesión de competencias sociales a la UE


Desde Res Pública defendemos una devolución de competencias por parte de las Comunidades Autónomas y que deberían cederse, de común acuerdo con el resto de Estados miembros, a las Instituciones Europeas.

Al hilo del debate generado sobre los gastos que ocasiona el Estado de las Autonomías, proponemos que se cedan competencias en materia social, que actualmente están en manos de las Comunidades Autónomas a las Instituciones Europeas, porque consideramos que políticas de armonización fiscal y social desde las Instituciones Europeas serían la forma más eficiente y eficaz de llevarlas a cabo.

miércoles, 12 de enero de 2011

Desconsuelo


Artículo publicado por Rosa Montero en El País, el 11-1-2011
Qué desconsuelo tener que comenzar el año viendo la expresión radiantemente boba de Hussain Qadri, el asesino del gobernador del Punjab, de quien era guardaespaldas. Hussain, de 26 años, metió una veintena de balas en el cuerpo del político paquistaní y luego se retrató con el rostro iluminado por una sonrisa beatífica de absoluta alegría, como si reventar al hombre al que debía proteger fuera algo meritorio o sublime. Este Qadri fue niño no hace mucho y habrá tenido madre y deseos y sueños y amigos, habrá sentido que el amor y la ternura le esponjaban alguna vez el corazón; quiero decir que es una persona como tú y como yo, solo que el fanatismo le ha abrasado el cerebro como un ácido hasta dejarlo así de idiotizado, hasta dibujar en su cara esa vacua sonrisa tan terrible.
Ya se sabe que, como decía el economista Carlo M. Cipolla en sus famosas Leyes Fundamentales de la Estupidez Humana,"el estúpido es el tipo de persona más peligroso que existe. El estúpido es más peligroso que el malvado" (esta es la Quinta Ley). Cierto: no hay nadie más cruel que un necio convencido de su necedad. Qué congoja produce la sonrisa pueril de Qadri, que tal vez fuera un chico especialmente obediente, especialmente bueno, y por eso aún más predispuesto a reducir su mente a la pequeña y sucia nuez del dogma. Mató al gobernador porque este criticaba la Ley de la Blasfemia, una ley integrista que a su vez mata a quienes supuestamente critican al islam. ¿No es como para poner los pelos de punta? Y lo más angustioso es que Qadri fue vitoreado por miles de personas. A veces tengo la desesperada sensación de que el embrutecimiento fanático se va extendiendo como un vertido de petróleo que acabará engulléndonos. ¿Cómo hacerles pensar, cómo conseguir que recuperen la razón? Y Pakistán es una potencia nuclear, no lo olvidemos.
Rosa Montero es escritora y colaboradora del diario El País.
sábado, 1 de enero de 2011

LA LIBERTAD COMO NO-DOMINACIÓN

Artículo de Roberto C. publicado en Prietistas Madrid:

"LA DOMINACIÓN.



De la oposición y la lucha contra la dominación nace el republicanismo, su concepción y su historia de batallas y logros en nombre de la libertad. En el segundo capítulo Pettit trata de perfilar conceptualmente eso a lo que se opone esta tradición, a la interferencia arbitraria dentro de una sociedad.



No tener que bajar la mirada ante otro, poder ir de frente y sin miedo, viene de un impulso que yo diría que es casi ancestral o incluso biológico del hombre. Pettit no va tan atrás sino que lo enmarca allí donde tiene cabida la discusión política, en el estado. Para él la dominación, eso que nos hace estar un escalón por debajo del dominador y nos lleva a rehuir su atención por miedo, viene cuando éste interfiere arbitrariamente en nuestras opciones y elecciones que vamos encontrando y construyendo a lo largo de nuestra vida.



Esto puede pasar de muchas maneras, la interferencia no tiene porque ser sólo la evidente, que es la coerción física, también puede ser la de la voluntad, a través de castigos o amenazas de castigo -a eso que llamamos maltratos psicológicos, desde esta óptica se vería como una forma de dominación- e incluso la dominación se puede presentar en forma de manipulación, como puede ser la de controlar la agenda política. Pettit señala que esta forma no ha sido tenida en cuenta durante siglos, quizás por la misma forma de hacer política, donde la transparencia no ha sido uno de los valores fundamentales.



Hasta hace bien poco, la lucha contra la manipulación, ni era lo más atractivo que podía ofrecer una causa política, ni era una demanda fundamental de la ciudadanía. Pero ahora, en la sociedad del conocimiento donde la información lo es casi todo, esta forma de dominación, de interferencia arbitraria, tiene que ser contrarrestada, ya no basta con que los poderes se controlen a sí mismos con la antigua forma de la división de los poderes de Montesquieu; el acceso a la información de importancia se hace vital para ser libre eligiendo. Debe ser la sociedad global la que se pueda inspeccionar a sí misma.



ARBITRARIEDAD DEL ESTADO



Como ya hemos dicho en otras entradas, arbitrario no es tomar en consideración las opiniones y los intereses sobre los que se interfiere. No habría dominación de una persona sobre mí si se inmiscuye en mis opciones siempre y cuando lo haga atendiendo a lo que yo le diga y a que pueda tener control sobre ello. ¿Y en el caso de estado? ¿Estaría actuando arbitrariamente si actúa interfiriendo la voluntad de un ciudadano? Por ejemplo, alguien que se niega a pagar los impuestos o a respetar las normas de tráfico.



Pettit contesta argumentando que un estado no se ocupa de los intereses individuales que pueda tener una persona, sino aquellos que son comunes a todos. El estado diríamos, siguiendo al filósofo, se ocupa de intereses públicos, de los que están entrelazados entre los ciudadanos.



El estado para conocer estos intereses compartidos necesita disponer de la visión de la sociedad de cada una de las partes, por eso la libertad de opinar se hace fundamental y más a un la libertad de crítica posterior, vigilante de que las acciones del estado terminen siendo banderizas o faccionales. Programas de televisión como tengo una pregunta para usted, responderían a este tipo de exigencias republicanas. A las que por cierto Zapatero es el primero que se somete. Impulsa su propio control externo.
 
Y en último término está el control a través de unas elecciones libres y democráticas.



Este cuestionamiento constante del poder de interferencia se ve con mayor respaldo tras unos temibles hijos de finales del siglo XIX: el populismo y la libertad de contrato para imponer cualquiera de sus términos. Con el populismo, con esa verdad de la mayoría, con ese pueblo que habla, las minorías nada tienen que hacer ni protestar, aunque las estén exterminando. Con ese tipo de libertad de contrato, uno puede que tenga que llegar a la esclavitud si quiere entrar en el sistema de trabajo. Dos cosas que por supuesto sucedieron.



Felizmente, un poco de reflexión un poco de reflexión muestra que lo que se requiere para que no haya arbitrariedad en el ejercicio de un determinado poder no es el consentimiento real a ese poder, sino la permanente posibilidad de ponerlo en cuestión, de disputarlo. De acuerdo con lo dicho antes, el estado no interfiere de modo arbitrario mientras su interferencia se guíe por ciertos intereses e interpretaciones relevantes y compartidos por los afectados. Esto no significa que las gentes tengan que consentir activamente las disposiciones, de acuerdo con las cuales actúa el estado. Lo que significa, es cambio, es que siempre tiene que estar abierta la posibilidad de que los miembros de la sociedad, procedan del rincón que sea, puedan disputar el supuesto de que los intereses y las interpretaciones que guían la acción del estado son realmente compartidos; y si el cuestionamiento de este supuesto es sostenible, tiene que alterarse la pauta de acción del estado.


¿Pero sólo la crítica puede acabar con la dominación? Recordemos que no sólo un jefe político puede dominar a través de la fuerza del Estado, también lo puede hacer un funcionario o la autoridad pública. Y difícilmente la crítica mellará su actividad. Así también hace falta un sistema de sanciones y leyes coercitivas levantadas sobre un orden constitucional.



El control público que asegura la no-dominación estaría pues en la libertad de opinión y en las sanciones bajo parámetros constitucionales. Yo añadiría una transparencia obligatoria -constitucional- de la agenda política, legislativa, económica, comunicativa y judicial."

Roberto C. es bloguero