Artículo publicado por Alfredo Carreras en El Paseante Solitario el 15-10-10
Entre los distintos enfrentamientos de ideas acaecidos en el Siglo XX estuvo el choque de diferentes modelos económicos. Por una parte, estaban los partidarios de la llamada libre empresa, defensores de las privatizaciones por considerar que la empresa privada es más eficiente y ayuda a la libertad individual y a la prosperidad. Por otra, estaban los partidarios de la planificación económica, de la llamada nacionalización, es decir de un Estado dominador y dirigente de la vida socioeconómica, de las empresas y los trabajadores, en nombre de la igualdad.
Evidentemente existían matices, posturas intermedias, como fue el caso del Estado de Bienestar en Europa, ahora en crisis.
Pero lo que es evidente es que se identificó socialismo con nacionalización o planificación económica, y capitalismo con empresa privada. Pero, ¿era cierta esta identificación de socialismo con nacionalización económica?. No en sus inicios, cuando el socialismo, o parte del socialismo, tenía como ideal la libre asociación de los trabajadores. Es decir un proyecto de autogestión laboral, lo que ahora se llama democracia económica. Pero el dominio y el rodillo ejercido por los partidos y sindicatos socialistas y comunistas,por los marxistas, ya revolucionarios ya reformistas, con su visión jerárquica, bien paternalista, bien tiránica, dejó reducida la visión socialista libertaria inicial a unos pocos miles de hombres y mujeres dispersos y aislados a lo largo del mundo. Mentes lúcidas y desesperadas como Simone Weil, que se oponían al terror y a la ruina creada por el socialismo burocrático y piramidal.
Olvidados, desconocidos y silenciados, el hundimiento de los Estados comunistas ha supuesto un amargo triunfo para ellos y ellas, triunfo nunca reconocido.
Aunque aún se mantiene en sectores de la izquierda el apoyo a la nacionalización como política emancipadora, de manera tan falaz como antaño, queda en pie el capitalismo liberal, aquel que considera que la libre empresa y las privatizaciones son positivas para la libertad y el progreso.
Pero: ¿es libre la llamada libre empresa?. ¿Cuál es la situación de los trabajadores en el sistema económico capitalista?. ¿Qué estructura de poder se da en nuestros sistemas económicos?.
En mi opinión, el sistema de poder de la empresa privada es un sistema claramente autoritario. Los trabajadores, en general, no sólo no tienen voz ni voto, sino que son usados como carne de cañón, estrujados y expulsados cuando se juzga conveniente . Es decir, la dominación autoritaria rige la llamada libre empresa. Algo que el pensamiento liberal parece no querer ver. Aquí tenemos una profunda similitud entre la visión económica del liberalismo, y la del socialismo autoritario.
No hay democracia, no hay verdadera libertad, entendida como libertad como no dominación, en el mundo laboral, sino una relación de servidumbre. El culto a la privatización liberal, es una vulgar falacia, pues la privatización no fomenta la libertad, sino la concentración de poder económico en pocas manos, y también la alianzadel poder económico y el poder político. Pues, doble falacia de los liberales, empresarios y políticos que les benefician, se apoyan y sostienen mutuamente
¿Hay alternativa para el eterno dominio de las fuerzas autoritarias, ya sea del Partido-Estado, ya de la llamada libre empresa, de los privatizadores?. La alternativa es desarrollar la democracia económica, potenciar y apoyar la autogestión, el cooperativismo, el dominio democrático de los trabajadores de sus empresas, fábricas y talleres. Evidentemente esto es muy complejo, las cosas no se pueden hacer de golpe y porrazo. Se requiere, el deseo de la sociedad y los trabajadores de romper cadenas, y por supuesto un movimiento cívico que de alas. Pero evidentemente, sin el deseo de ser realmente libres, de entender la libertad como no dominación, como control y gestión democrática en todos los niveles, nada es posible.
Evidentemente existían matices, posturas intermedias, como fue el caso del Estado de Bienestar en Europa, ahora en crisis.
Pero lo que es evidente es que se identificó socialismo con nacionalización o planificación económica, y capitalismo con empresa privada. Pero, ¿era cierta esta identificación de socialismo con nacionalización económica?. No en sus inicios, cuando el socialismo, o parte del socialismo, tenía como ideal la libre asociación de los trabajadores. Es decir un proyecto de autogestión laboral, lo que ahora se llama democracia económica. Pero el dominio y el rodillo ejercido por los partidos y sindicatos socialistas y comunistas,por los marxistas, ya revolucionarios ya reformistas, con su visión jerárquica, bien paternalista, bien tiránica, dejó reducida la visión socialista libertaria inicial a unos pocos miles de hombres y mujeres dispersos y aislados a lo largo del mundo. Mentes lúcidas y desesperadas como Simone Weil, que se oponían al terror y a la ruina creada por el socialismo burocrático y piramidal.
Olvidados, desconocidos y silenciados, el hundimiento de los Estados comunistas ha supuesto un amargo triunfo para ellos y ellas, triunfo nunca reconocido.
Aunque aún se mantiene en sectores de la izquierda el apoyo a la nacionalización como política emancipadora, de manera tan falaz como antaño, queda en pie el capitalismo liberal, aquel que considera que la libre empresa y las privatizaciones son positivas para la libertad y el progreso.
Pero: ¿es libre la llamada libre empresa?. ¿Cuál es la situación de los trabajadores en el sistema económico capitalista?. ¿Qué estructura de poder se da en nuestros sistemas económicos?.
En mi opinión, el sistema de poder de la empresa privada es un sistema claramente autoritario. Los trabajadores, en general, no sólo no tienen voz ni voto, sino que son usados como carne de cañón, estrujados y expulsados cuando se juzga conveniente . Es decir, la dominación autoritaria rige la llamada libre empresa. Algo que el pensamiento liberal parece no querer ver. Aquí tenemos una profunda similitud entre la visión económica del liberalismo, y la del socialismo autoritario.
No hay democracia, no hay verdadera libertad, entendida como libertad como no dominación, en el mundo laboral, sino una relación de servidumbre. El culto a la privatización liberal, es una vulgar falacia, pues la privatización no fomenta la libertad, sino la concentración de poder económico en pocas manos, y también la alianzadel poder económico y el poder político. Pues, doble falacia de los liberales, empresarios y políticos que les benefician, se apoyan y sostienen mutuamente
¿Hay alternativa para el eterno dominio de las fuerzas autoritarias, ya sea del Partido-Estado, ya de la llamada libre empresa, de los privatizadores?. La alternativa es desarrollar la democracia económica, potenciar y apoyar la autogestión, el cooperativismo, el dominio democrático de los trabajadores de sus empresas, fábricas y talleres. Evidentemente esto es muy complejo, las cosas no se pueden hacer de golpe y porrazo. Se requiere, el deseo de la sociedad y los trabajadores de romper cadenas, y por supuesto un movimiento cívico que de alas. Pero evidentemente, sin el deseo de ser realmente libres, de entender la libertad como no dominación, como control y gestión democrática en todos los niveles, nada es posible.
Alfredo Carreras es Secretario de Res Pública, licenciado en Sociología y Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales.
0 comentarios:
Publicar un comentario