Artículo de Antonio Pérez Murciano:
"Estando como estamos, metidos en campaña preelectoral, no solo para las elecciones municipales y autonómicas, ya próximas, sino para las generales del próximo año, he tenido ocasión de asistir, en el Ateneo de Madrid, del que me honro en ser socio, a una mesa redonda, con posterior debate, sobre la izquierda en el siglo XXI.
Entre las muchas y variadas ideas y enfoques, que el acto en cuestión salieron a colación, destacaron algunas, como la que consistía en que los conceptos de derecha e izquierda, en política, habían desaparecido, o se habían diluido, y que era el momento de buscar una cierta transversalidad en la democracia, de modo que, dentro de lo que aun se puede llamar liberalismo, se pudiesen integrar todas las tendencias, más representadas por individuos, o por agrupaciones de individuos que por partidos políticos en su sentido tradicional. No faltó, sin embargo, quien aportó su experiencia al respecto, aduciendo que los intentos en esa línea, que ya habían tenido lugar, siempre acababan en la presencia de dos tendencias claras, correspondientes a lo que serían la derecha y la izquierda, cosa por otra parte a mi entender muy lógica, pues los conceptos de derecha y de izquierda, en la sociedad en general, y en política en particular, corresponden, asimismo a mi entender, a dos mentalidades, a dos maneras de concebir la sociedad, más o menos definidas, o más o menos radicales, que siempre están presentes en la práctica totalidad de las situaciones susceptibles de ser analizadas en la sociedad. Queda pues bien clara mi posición respecto a esa posible “transversalidad”, que considero ajena a la realidad sociopolítica, y, en base a ello, pienso que las agrupaciones de individuos, o los partidos, llámeselos como se quiera, deben formarse en razón a las mentalidades anteriormente citadas, y ser, en consecuencia, de derechas o de izquierdas, moderadas o radicales en cualquiera de los casos. Aprovecho este momento para mencionar lo que se ha llamado, y tantas veces se ha tratado de definir, como centro en política. Debo decir que para mí el centro en política no existe. El centro es algo que carece de dimensión. Pienso que cuando se habla de centro en política, se puede hablar de posiciones moderadas, pero también aquí se observaría que, en teórico grupo de centristas, siempre acabarían configurándose las dos tendencias, es decir, se puede hablar, porque existen, del centro-derecha y del centro-izquierda, nunca del centro.
En el acto ateneísta que inspiró este escrito, se dijo también algo con lo que sí estoy de acuerdo, si no en su totalidad si casi en su totalidad, y ello consistió en que, en el momento actual, en España, ninguno de los dos grandes partidos de implantación nacional, debe ser considerado de izquierdas. Uno, el Partido Popular, admite con un poco de trabajo ser de derechas, aunque le gusta más decir que es de centro. Otro, el PSOE, afirma ser de izquierdas. No hay más que observar su actitud y comportamiento, tanto en su etapa anterior, cuando estaba dirigido por Felipe González, como en la actual, para ver que no es así, y si volvemos a mencionar la actual situación, prácticamente preelectoral, se hace imprescindible para los izquierdistas tomar una clara posición en lo que a su futuro o futuros votos se refiere, haciendo un llamamiento, en primer lugar a la necesidad de acabar de una vez por todas con ese prejuicio, o simplemente engaño, según el cual el voto a los partidos grandes es el voto útil. El voto de un izquierdista, siempre que se dirima entre dos opciones de derechas, será un voto inútil; así pues, si no encontramos una opción claramente izquierdista en los partidos grandes, busquémosla en partidos más pequeños. Habrá quien pensará que cada uno de esos votos es un voto perdido, pues no sirve para obtener representación parlamentaria, pero yo vuelvo a decir que no es así. En primer lugar, un voto en conciencia nunca es un voto perdido. En la posible situación de que un gran número de votos fueran a partidos sin representación parlamentaria, ¿No sería esto un motivo para que los partidos grandes reflexionasen y, para decirlo en lenguaje popular, se “pusiesen las pilas”, y empezasen a preguntarse cuales son lo temas que afectan realmente a la ciudadanía, y que son los que ha sido tratados por los partidos pequeños? Y si por fortuna, alguno de esos partidos, como a veces se da el caso, logra llegar al parlamento, aunque sea en el grupo mixto, ¿No será bueno que alguien, aunque sea en corto espacio de tiempo, hable de esos temas que realmente preocupan, aunque no sea “políticamente correcto” hablar de ellos? Yo estoy convencido de que tengamos que contemplar el deprimente espectáculo del hemiciclo casi vacío cuando intervienen ese tipo de parlamentarios, nosotros, gracias a la radio o la televisión, sí podremos atenderlos, y si somos lo suficientemente hábiles para conseguir convencer a otra gente para que también les escuchen, podremos estar colaborando al principio del gran cambio.
Poco queda más que decir, solo reiterar mi petición de voto en conciencia, y con acuerdo programático con el partido votado, siendo esto válido tanto para derechas como para izquierdas, si bien este último caso sea el mío. Y repitiendo una frase del inolvidable Enrique Tierno Galván, “Que la derecha sea derecha, y que la izquierda sea izquierda”. El centro, o cualquier otro experimento raro, ni existe ni puede, en consecuencia, gobernar."
2 comentarios:
Un estupendo artículo Antonio. Yo lo que deseo es que los principios y valores de Res Pública articulen una nueva izquierda basada en la no dominación. Y podamos apoyarla, representarla y votarla.
Estoy de acuerdo con lo expresado por Alfredo.
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