Pese, o quizás a causa de vivir en un mundo cada
vez más globalizado,podemos observar que las posturas nacionalistas mantienen
su fuerza, como en nuestro país acabamos de ver en las elecciones vascas y la
propuesta de Mas-creíble o no, es otro tema- de conseguir un referéndum para
lograr la independencia catalana.
Quienes mantengamos una postura basada en la defensa
de una sociedad federal, construida de abajo arriba y a la vez
internacionalista, deberíamos ser capaces de oponernos a las dos tendencias
dominantes. Por un lado están los globalizadores, cuyo objetivo es desarrollar
el sistema capitalista y sus valores en todo el globo, es decir las
multinacionales, el consumismo, la idea de crecimiento sin límites, infinito,
la idea de progreso como mera abundancia material, frente al progreso entendido
como aceptación de límites, como desarrollo de los valores humanos, de la
libertad, de lo inmaterial, sin que eso implique negar la necesidad de una vida
digna sin esclavizarse a objetos y del desarrollo tecnológico intentando evitar
la tecnología destructiva, opresiva y deshumanizadora.
Por otro lado tenemos a quienes hacen bandera de lo
local, de su lengua, de sus supuestas raíces frente a otros pueblos, creando o
intentando crear su Estado-nación, su policía, su ejército, su clase dirigente.
Para nosotros ambas posturas representan una amenaza
para el mantenimiento, o quizá será mejor decir el ascenso de una sociedad
autogobernada, contraria a la concentración de poder político-económica que ha
caracterizado el desarrollo del mundo moderno y defensora de la verdadera
libertad, la basada en la igualdad política.
Los globalizadores por su intento de construir una
sociedad global de esclavos, de subhumanos degradados, cuyo ideal final –de
tales élites-sería el Estado mundial basado en una minoría dirigente y un
rebaño de siervos totalmente adoctrinados, amantes de la servidumbre siempre
que se les garantice un buen nivel económico y placer y diversión en
abundancia-y las huelgas y protestas ciudadanas de los últimos tiempos, en realidad
no tienen más objetivo en el fondoque volver a épocas pasadas; pues más allá de
la retórica las multitudes movilizadas por casi todos los sindicatos y la
izquierdas es la misma multitud corrompida por la barbarie materialista que la
que sigue a las derechas, pese a que
no se quiera reconocer- , aunque el mantenimiento de la división entre
potencias emergentes y decadentes, con sus preparativos para una nueva Guerra
Mundial-que esperemos que al final no estalle- hace que tal idea aún sea
lejana.
Por otro lado tenemos la presión de los
nacionalismos que sueñan con volver a un mundo fragmentado, de individuos
sujetos al culto a la patria chica, de mentalidad autoritaria, excluyente,
racista y uniformizada, como los primeros pero a escala reducida. Lo que
supondría regresar a una Europa dividida en múltiples Estados, volviendo el
peligro de una guerra mundial en el continente, o del ascenso de un nuevo
Napoleón que quiera dominar por las armas los diversos países.
Por tanto debemos ser capaces de plantear una
alternativa a unos y a otros. Esa alternativa debe respetar la diversidad de
los diferentes pueblos, pero rechazar los nacionalismos, es decir quienes
quieren convertir la pluralidad cultural o lingüística en una ideología,
independientemente de que de que esos nacionalismos sean tildados de burgueses
o revolucionarios, pues pretender hacer una distinción entre uno y otro, es
caer en el mismo error de quienes pensaban que el llamado Estado obrero, sería
muy diferente que el llamado Estado burgués y capitalista. La realidad liquidó
tal ficción muy rápidamente y la misma realidad también liquidaría la
pretensión de un nacionalismo revolucionario como algo diferente. Sería,
probablemente, peor, pues conviene no olvidar que los fascismos y populismos
originales eran nacionalistas revolucionarios.
La tercera vía debe sostenerse, por tanto, en un
internacionalismo que aceptando la diversidad busque la cooperación y el
entendimiento entre las gentes, basada en la extensión de una nuevos valores,
de una cosmovisión diferente a la actual. Y es en esa nueva cosmovisión ,para
nosotros basada en un ideario socialista libertario y cooperativista-o como
quiera definirse en un futuro-, en una civilización autogestionaria alejada del
materialismo, la competitividad, la mercantilización, la voluntad de poder y el
enfrentamiento la que creemos debe
enraizarse el ser humano.
Pues el verdadero y profundo enraizamiento necesario
es el de las conciencias afines, no la de la tierra de nacimiento, lo que no
implica que unas nuevas instituciones, unas nuevas estructuras no se den en el
vacío, sino en territorios. Pero estos deben ser secundarios.
La oposición constructiva a las dos amenazas , la
del Estado mundial y la del pasado reciente de los Estado-nación siempre al
borde de la guerra, es un asunto de vital importancia para dar algo de luz a un
momento donde acechan grandes sombras para la civilización humana.
1 comentarios:
Creo que convendria pulir y actualizar este articulo, adaptando detalles al momento actual.
A lo pronto, lo que se enmarca entre guiones practicamente son comentarios-excurso a pie de pagina, pues tienen sustancia propia.
El gran problema que veo se concentra en dos detalles, el termino materialista y la consideracion de los movilizados en acciones de protesta como multitudes corrompidas por la barbarie materialista, que tan solo exigen el retorno a los viejos buenos tiempos.
Asi pues el asunto del "materialismo" resulta tan ampliamente compartido que nos quedamos sin sujeto revolucionario, pues ambos, la elite y el populacho estan en sintonia, dado que este ultimo tan solo se queja cuando la explotacion de baja intensidad vuelve a manifestarse como explotacion sin mas.
Esto ultimo creo que no es exacto, aunque en terminos generales sea cierto. No es exacto porque no pueden ser equivalentes el grado de consciencia y responsabilidad de unos y otros, pues seria radicalmente absurdo imaginar manifestaciones masivas reclamando un programa de decrecimiento y una economia ajustada a los ciclos de la Naturaleza, o sea el retorno a un neopastoralismo bucolico.
Las masas, esas masas corrompidas, se lanzaron a participar de los dos conspicuos fetiches materialistas: el automovil y el piso en propiedad, ambos ahora en crisis por el aumento del precio de los carburantes y el pinchazo de la burbuja ladrillera.
La cuestion es si en realidad esas masas corrompidas podian haber actuado de otro modo, o sea podian no haber comprado coche, piso y viaje al caribe en vuelo low cost. ¿Es concebible que las masas se hubieran abstenido de acceder a esos signos de consumo y status?
En realidad las estadisticas nos dicen que durante la burbuja el empleo aumentó pero los sueldos no muy significativamente y si se considera en conjunto la participacion de la masa salarial en el reparto del PIB en realidad descendio. Asi pues esas masas seguian sin tener pasta para financiarse el materialismo corrompido, pero el sistema que ayer pedia garantias para aprobar un prestamo practicamente te lo ofrecia junto con la correspondencia bancaria, asegurandote que bastaba para costearlo con una modica cuota mensual, que en el caso del piso resultaba inferior al coste corriente de un alquiler. Sin embargo comprobamos que la enorme deuda, el monumental agujero de los bancos, no se corresponde con esos prestamos ofrecidos a las masas, sino que es muchisimo mayor, al punto de que no hay tanda de "recapitalizaciones" capaz de apaciguarlo, puesto que a medida que se rellena crece y crece, pues emerge deuda oculta a la vez que se incurre en nueva deuda para tratar de cubrir aquella.
Si hemos de proponer una solucion ha de ser una asumible por esas masas corrompidas, pues por justa y apropiada que sea la solucion, si solo la puede asumir una sociedad no masificada y altisimamente concienciada entonces no es solucion sino otro arreglo elitista.
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